l interés por la precisión en
la medición del tiempo y los avances técnicos derivados de ello
tuvieron, a lo largo del siglo XIX, una estrecha relación con la
evolución del ferrocarril. Éste necesitaba una dotación numerosa
de relojes en la multitud de instalaciones relacionadas con el
servicio ferroviario, como gabinetes de circulación, talleres,
depósitos de locomotoras, factorías de mercancías, oficinas
administrativas y un largo etcétera. De ahí que las compañías
ferroviarias tuvieran un gran interés en colocar en sus
estaciones principales grandes relojes procedentes de las firmas
europeas más prestigiosas con los que, a modo de moderna torre
de iglesia o de ayuntamiento, ofrecer la hora a todos los
ciudadanos.
En este contexto, el Museo del Ferrocarril de Madrid dispone de
una serie de relojes y sistemas de relojería que se utilizaban
habitualmente en las instalaciones y oficinas ferroviarias.